Jesús enseña que debemos llegar a ser como niños pequeños
Cuando Jesús dijo que debemos llegar a ser como niños pequeños, no se refería a que debamos comportarnos como niños malcriados e irresponsables. Más bien, se refería a que debemos tener las mismas cualidades que los niños pequeños
Hay algunos problemas relacionados con la enseñanza de Jesús de que debemos llegar a ser como niños pequeños. Uno de los problemas es que los niños pequeños pueden ser egoístas y egocéntricos. También pueden ser irresponsables y desobedientes.
Otro problema es que los niños pequeños no tienen la experiencia y la sabiduría de los adultos. Esto puede llevarles a tomar malas decisiones.
Soluciones a los problemas relacionados con Jesús enseña que debemos llegar a ser como niños pequeños
Hay algunas soluciones a los problemas relacionados con la enseñanza de Jesús de que debemos llegar a ser como niños pequeños. Una solución es enseñar a los niños pequeños sobre la importancia de la humildad, la confianza, la receptividad y el perdón.
Otra solución es dar a los niños pequeños un sentido de responsabilidad. Esto se puede hacer dándoles tareas apropiadas para su edad y haciéndolos responsables de sus acciones.
Ejemplos de Jesús enseña que debemos llegar a ser como niños pequeños
Hay muchos ejemplos de cómo Jesús enseñó que debemos llegar a ser como niños pequeños. Uno de los ejemplos más conocidos es la historia del hombre rico y el camello. En esta historia, Jesús dice que es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un hombre rico entrar en el reino de los cielos. Jesús dice esto para mostrar que los ricos deben ser humildes y confiar en Dios. Deben estar dispuestos a deshacerse de sus riquezas y seguir a Jesús.
Otro ejemplo de cómo Jesús enseñó que debemos llegar a ser como niños pequeños es la historia de los panes y los peces. En esta historia, Jesús alimenta a una multitud de 5.000 personas con sólo cinco panes y dos peces. Jesús hace esto para mostrar que Dios puede hacer grandes cosas con cosas pequeñas. También muestra que debemos tener fe en Dios y confiar en que Él cuidará de nosotros.
Opiniones de expertos sobre Jesús enseña que debemos llegar a ser como niños pequeños
Muchos expertos han escrito sobre la enseñanza de Jesús de que debemos llegar a ser como niños pequeños. Uno de los expertos más conocidos es el teólogo Dietrich Bonhoeffer. En su libro “El costo del discipulado”, Bonhoeffer dice que los niños pequeños son un modelo para los cristianos porque son humildes, confiados, receptivos y rápidos en perdonar. Bonhoeffer dice que los cristianos deben imitar estas cualidades si quieren seguir a Jesús.
Otro experto que ha escrito sobre la enseñanza de Jesús de que debemos llegar a ser como niños pequeños es el psicólogo Robert Coles. En su libro “Los niños de Dios”, Coles dice que los niños pequeños tienen una visión única del mundo. Ven el mundo con ojos frescos y abiertos. No están agobiados por las preocupaciones y los prejuicios de los adultos. Coles dice que los cristianos deberían aprender de los niños pequeños y tratar de ver el mundo con sus ojos.
Conclusión
Jesús enseña que debemos llegar a ser como niños pequeños. Esto no significa que debamos comportarnos como niños malcriados e irresponsables. Más bien, significa que debemos tener las mismas cualidades que los niños pequeños: humildad, confianza, receptividad y perdón. Si queremos seguir a Jesús, debemos deshacernos de nuestro orgullo y ego, confiar en Dios, estar abiertos a nuevas experiencias y ser rápidos en perdonar.
Jesús Enseña Que Debemos Llegar A Ser Como Niños Pequeños
La enseñanza de Jesús sobre la importancia de ser como niños pequeños es un tema crucial en el cristianismo. Esta enseñanza nos invita a reflexionar sobre las cualidades esenciales que debemos cultivar para seguir a Jesús.
- Humildad: Reconocer nuestra pequeñez y dependencia de Dios.
- Confianza: Poner nuestra fe y esperanza en Dios, como los niños confían en sus padres.
- Receptividad: Estar abiertos a aprender y recibir la gracia de Dios.
- Perdón: Perdonar a los demás como Dios nos perdona a nosotros.
Estas cualidades son esenciales para seguir a Jesús y alcanzar la salvación. Debemos cultivarlas en nuestras vidas diarias para crecer espiritualmente y ser más semejantes a Cristo. La humildad nos ayuda a reconocer nuestra necesidad de Dios y a depender de Él en todo momento. La confianza nos permite poner nuestra fe en Dios, incluso en medio de las dificultades. La receptividad nos abre a la gracia de Dios y nos permite crecer espiritualmente. El perdón nos libera de la amargura y el resentimiento, y nos permite vivir en paz y armonía con los demás.
Humildad
Dentro de la enseñanza de Jesús de que debemos llegar a ser como niños pequeños, la humildad ocupa un lugar fundamental. La humildad implica reconocer nuestra pequeñez y dependencia de Dios, despojándonos de todo orgullo y arrogancia.
- Reconocimiento de nuestra limitación: Los niños son conscientes de sus limitaciones y buscan ayuda en los adultos. De igual manera, debemos reconocer nuestras limitaciones y debilidades, y confiar en Dios para que nos fortalezca y guíe.
- Dependencia de la gracia divina: Los niños dependen completamente de sus padres para su sustento y cuidado. Nosotros también debemos depender de la gracia de Dios para nuestra salvación y crecimiento espiritual.
- Actitud de servicio: Los niños pequeños suelen estar dispuestos a servir a los demás sin esperar nada a cambio. La humildad nos lleva a servir a los demás con un espíritu de amor y generosidad.
- Apertura a la corrección: Los niños están abiertos a la corrección y la disciplina. Debemos ser humildes para aceptar la corrección de Dios y de los demás, reconociendo que podemos equivocarnos y que necesitamos crecer.
La humildad es esencial para seguir a Jesús, ya que nos permite reconocer nuestra necesidad de Dios y depender completamente de Él. Al cultivar la humildad, podemos crecer espiritualmente, ser más semejantes a Cristo y experimentar la verdadera libertad y paz.
Confianza
La confianza es un aspecto fundamental en la enseñanza de Jesús de que debemos llegar a ser como niños pequeños. Los niños confían plenamente en sus padres, saben que ellos los aman y cuidarán de ellos. De la misma manera, debemos poner nuestra fe y esperanza en Dios, confiando en Su amor y cuidado por nosotros.
- Entrega incondicional: Los niños confían en sus padres sin reservas, entregándose completamente a su cuidado. De igual manera, debemos confiar en Dios incondicionalmente, entregándole nuestras preocupaciones y ansiedades, sabiendo que Él está en control.
- Dependencia humilde: Los niños son conscientes de su necesidad de sus padres y dependen de ellos para su sustento y protección. Debemos cultivar una dependencia humilde de Dios, reconociendo que necesitamos Su gracia y guía en nuestras vidas.
- Esperanza inquebrantable: Los niños tienen una esperanza natural en el futuro, confiando en que sus padres les proporcionarán lo que necesitan. Debemos tener una esperanza inquebrantable en las promesas de Dios, creyendo que Él cumplirá Su propósito en nuestras vidas.
- Oración constante: Los niños se comunican con sus padres a través de la conversación y la petición. Debemos cultivar una vida de oración constante, hablando con Dios y expresándole nuestras necesidades y peticiones.
En resumen, la confianza en Dios implica una entrega incondicional, una dependencia humilde, una esperanza inquebrantable y una oración constante. Al cultivar estas cualidades, crecemos espiritualmente y nos acercamos más a Dios, experimentando Su amor y cuidado de una manera más profunda.
Receptividad
En la enseñanza de Jesús de que debemos llegar a ser como niños pequeños, la receptividad ocupa un lugar preponderante. Ser receptivos implica estar abiertos a aprender y recibir la gracia de Dios, reconociendo nuestra necesidad de crecimiento espiritual y la guía divina.
- Actitud de humildad: Los niños son receptivos porque reconocen su necesidad de aprender y crecer. De la misma manera, debemos cultivar una actitud humilde, reconociendo nuestras limitaciones y nuestra necesidad de la gracia de Dios.
- Disposición a escuchar: Los niños están dispuestos a escuchar y aprender de los adultos. Debemos tener una disposición similar hacia la Palabra de Dios, escuchando atentamente y aplicándola a nuestras vidas.
- Apertura a la corrección: Los niños están abiertos a la corrección y la disciplina. Debemos estar abiertos a la corrección de Dios y de los demás, reconociendo que podemos equivocarnos y que necesitamos crecer.
- Confianza en la guía divina: Los niños confían en la guía de sus padres. Debemos confiar en la guía de Dios, creyendo que Él sabe lo que es mejor para nosotros y que nos guiará por el camino correcto.
La receptividad es esencial para seguir a Jesús, ya que nos permite crecer espiritualmente y experimentar la gracia de Dios en nuestras vidas. Al cultivar la receptividad, podemos abrirnos a la enseñanza de Dios, recibir Su gracia y experimentar una transformación profunda en nuestras vidas.
Perdón
En el corazón de la enseñanza de Jesús sobre llegar a ser como niños pequeños, el perdón ocupa un lugar fundamental. Jesús nos llama a perdonar a los demás como Dios nos perdona a nosotros, reconociendo que el perdón es esencial para experimentar la gracia y la libertad que Él ofrece.
- Liberación del rencor: El perdón libera el corazón del rencor y la amargura, permitiendo que experimentemos paz y sanidad interior.
- Ruptura del ciclo del pecado: Al perdonar, rompemos el ciclo de pecado y venganza, creando un espacio para la reconciliación y la restauración.
- Imitación de Dios: Perdonar a los demás es imitar a Dios, quien es un Dios de perdón y misericordia. Al perdonar, reflejamos Su carácter y manifestamos Su amor.
- Requisito para la oración eficaz: Jesús enseñó que para que nuestras oraciones sean efectivas, debemos perdonar a los demás. El perdón abre el camino para una relación cercana y una comunicación efectiva con Dios.
Perdonar a los demás como Dios nos perdona a nosotros es una parte esencial de la enseñanza de Jesús sobre llegar a ser como niños pequeños. Al perdonar, imitamos el carácter de Dios, experimentamos libertad y sanidad interior, rompemos el ciclo del pecado y la venganza, y creamos un espacio para la reconciliación y la restauración. El perdón es un acto de amor y misericordia que nos acerca a Dios y nos hace más semejantes a Él.
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